Lo que no se ve… pero sostiene a la organización
Por Mauricio Jaramillo Montoya
En una organización, lo visible suele ser lo más ruidoso: ventas, resultados, proyectos en marcha.
Pero lo invisible… es lo que sostiene el equilibrio.
Ese “invisible” tiene nombre: el diseño organizacional.
No hablamos de cuadros en organigramas ni de títulos bonitos en las firmas de correo.
Hablamos de saber con precisión qué rol cumple cada cargo, cuál es su contribución real a la estrategia y cómo se refleja en la compensación que recibe.
Porque la pregunta no es solo cuánto paga el mercado, sino:
¿Qué lugar ocupa este rol dentro de nuestra cultura y estrategia?
¿Estamos reconociendo la contribución y no solo el puesto?
¿Las distancias entre líderes y equipos son razonables o esconden brechas que desgastan silenciosamente a la organización?
La valoración de cargos no es un ejercicio frío de puntos y tablas.
Es un espejo invisible que revela si la organización fluye con coherencia o si se ahoga en contradicciones.
Una metodología, con variables y criterios claros, que nos permite ver más allá de los nombres de los cargos. Detectar traslapes, brechas, sobredimensiones o vacíos que en ocasiones nadie se atreve a nombrar.
Y las curvas de compensación.
Más que un gráfico, son el puente entre lo que las personas entregan y lo que la organización reconoce.
Un sistema vivo que asegura equidad interna y competitividad externa.
Diseñar la organización es un acto de liderazgo invisible.
No se aplaude en las reuniones, pero sostiene cada logro que después celebramos.
Lo visible, los resultados, siempre será consecuencia de lo invisible: cómo estructuramos, valoramos y reconocemos a nuestra gente.
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