Apagar el incendio con gasolina
¿Estás contratando para solucionar lo que no entiendes?
Por Mauricio Jaramillo Montoya
“No hay nada tan inútil como hacer con gran eficiencia algo que no debería haberse hecho en absoluto.” Peter Drucker
Cuando en una organización todos empiezan a sentirse “reventados”, la primera reacción suele ser: “Necesitamos más gente”.
Es una reacción comprensible. Lo urgente suele disfrazarse de necesario. Pero si no hay claridad sobre el problema, sumar personas no soluciona: complica.
No solo no ayuda: a veces lo empeora. Y lo más peligroso: lo disfraza de productividad.
De repente todo parece moverse, reuniones a tope, agendas saturadas, chats en llamas, todos corriendo, todos “haciendo cosas”, pero si te detienes un momento y observas, muchas veces la agitación no es avance, sino desorden maquillado.
La energía se dispersa, el foco se diluye, la dirección se pierde, y entonces, lo que parecía una solución empieza a crear un problema más grande. Un equipo más grande, sí… pero también más cansado, más confundido, más costoso.
Agregar personas a un sistema mal diseñado es como intentar apagar un incendio con gasolina.
Lo que falta no es fuerza. Es claridad
Antes de sumar más manos, conviene afinar la mirada:
• ¿Para qué existe este rol?
¿Todavía responde al propósito actual, o lo seguimos arrastrando por inercia?
• ¿Qué tareas estamos haciendo que ya no deberíamos hacer?
Hay actividades que solo existen por miedo, por control, o porque “así siempre se ha hecho”.
• ¿Qué podríamos automatizar, simplificar o eliminar?
Lo confuso necesita diseño.
Lo innecesario necesita desaparecer.
